Volviendo de Galicia y bajando montes del Bierzo, al parar en la gasolinera de Ponferrada mi mujer vio agua bajo el motor "será del aire acondicionado".
Unos kilómetros mas adelante y subiendo el puerto del Manzanar, repentina pérdida de empuje de dos segundos y me saltó la alarma: ya conocía éso. Aguja de temperatura casi en zona roja. Parada inmediata en un providencial desvío. Abrí el tapón del vaso de expansión y aquello borboteaba. Después de un rato, completé hasta la raya, y, acojonado a ochocientos kilómetros de casa, inicié marcha con prudencia y la calefacción a tope. Tras otros doscientos kilómetros cogiendo confianza y pasando un calorcito regular, quité la calefacción y un poco mas adelante volví a parar. La aguja de temperatura en ningún momento volvió a moverse del primer tercio habitual. El agua no hervía aunque admitió medio litro más. Valladolid, Ávila, Segovia, Madrid, Cuenca, Albacete y hasta Cartagena, conduciendo con normalidad. Y ahora mi explicación: obras severas durante muchos kilómetros en el Bierzo, en zona de montaña. Calor de treinta grados, y aire acondicionado a tope. El radiador del aire tapa como un tercio del del motor, y en esas circunstancias, a muy baja velocidad y motor fuertecillo, no solo obstruye el flujo del aire, sino que además manda un chorro bien calentito hacia el radiador de motor. Calentón esporádico, casi obligatorio en esas circunstancias, sin avería. Después, a velocidad normal, ni una pega. ¿Me creo mi explicación, o tenéis otra y tengo que mirar algo que no se me ocurre?. Gracias.
"Embarcadme para cualquier punto más allá de Suez, donde lo mejor es igual que lo peor, donde no existen los Diez Mandamientos, y cualquier hombre puede alimentar sus pasiones." R. Kipling.